Solidaridad y poca sinceridad.

RIO REVUELTO
Viviendo la penosa situación actual... no hay día sin tómbolas, mercadillos, cestas y todo tipo de iniciativas solidarias. Suelen ser proyectos privados destinados a taponar esas heridas que va ocasionando la crisis y que apenas lo consiguen. Porque, como siempre, somos los del pueblo llano los que sufrimos las consecuencias de los errores del sistema, un sistema que debería existir para facilitarnos la vida y que raramente lo hace. Una vez más, los ciudadanos somos los damnificados y según parece, además debemos exprimir nuestros cerebros y energía para encontrar la solución.

Desde luego a mi en esta ecuación falla algo. Si yo pago diariamente mis impuestos de diversas maneras: IRPF, IVA, tabaco, luz, gas y lo sumo al que pagas tu y el otro... ¿donde va todo ese dinero? ¿no debería estar destinado a paliar el dolor o a restaurar la dignidad y el bienestar?.
A mi entender debería ser la principal prioridad y competencia del Estado ayudar a todas las víctimas de esta crisis. Al fin y al cabo los políticos están ahí representándonos a los ciudadanos y ahora los ciudadanos pasamos calamidades ¿ellos por qué no?.
Tengo la sensación de que nuestros gobernantes disfrutan de una situación de confort porque hay asociaciones, fundaciones, entidades y ONGs que se encargan de apechugar con el marrón. Todos conocemos casos como Cáritas, Cruz Roja, Bancos de alimentos... que no dan abasto ayudando a la cantidad de familias que llaman a sus puertas diariamente. Y es que estos organismos no deberían de existir como ahora lo hacen, porque una cosa es que ayuden y otra muy distinta es que sean el único sustento de los desfavorecidos.
El mundo está cada día más al revés. 
A ver si hay suerte y acaba dándose la vuelta.

GANANCIA DE PESCADORES
Yo suponía (con una mentalidad inocentona) que la solidaridad era un sentimiento personal e intransferible que generaba acciones altruistas y secretas. Algo natural en el ser humano que brotaba desde muy adentro generando compromisos con otros menos agraciados. 
Me consta que todos tenemos cerca algún caso, alguna persona que ayuda desinteresadamente a los demás a través de donaciones de dinero, ropa, comida, tiempo... También me consta que cada día el número de necesitados crece y el de ayudantes también. Esto es un tanto agridulce, pero me da esperanzas sobre el futuro de nuestra especie.

El caso, es que de un tiempo a esta parte, muchas empresas se han ganado el "madreteresismo de oro". Se jactan de ser civiquísimas y de realizar tantas acciones solidarias como para pagar el mundo entero sin ganar un euro a cambio. Como campañas publicitarias encubiertas (que al fin y al cabo es lo que son) venden sin pudor que comprando sus productos ayudas a luchar contra el cancer, el hambre, la obesidad, la crisis o la miseria humana. Han inventado el super-producto multifunción: además de adelgazar, sabe rico, cuida la capa de ozono, tu colon y también limpia las conciencias. Porque si no compras ese producto que ayuda al mundo ¿que clase de indeseable eres?
A mi esto me huele entre apestoso y ñoño. No admito que el hambre esté patrocinada por un jabón, ni el cáncer por unas zapatillas. No quiero que nadie apadrine a un parado ni esponsorize a un pobre. No me cuadra que comprando un determinado desodorante salves las ballenas o el mundo. Estos evidentemente no son los intereses reales de estas empresas que se aprovechan de la situación de mierda que vivimos para lanzar dudosas acciones solidarias que benefician sobre todo al organizador.
Por eso grito ¡Basta ya de engaños, falsos modales y bienquedismo!

Insto desde aquí a comprar inteligentemente; sólo debemos adquirir aquellos productos que necesitemos y de las marcas que cumplan con nuestras exigencias. Después, íntimamente y en libertad, ya gestionaremos nuestro dinero y tiempo para ayudar a los que nos rodean.

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