Los Reyes nos han traído sacos de hipocresia

Atención. Aviso a los seres pequeños... 
Si el tema de los Reyes Magos fuera una película, se podría decir que este artículo contiene spoilers.

tu Rey Mago favorito

Majetes, esta vez me he cansado de escucharos.
Todos los años estáis con la misma cantinela: que si la cabalgata de Reyes era triste, pequeña o demasiado alegre, o pobre, o un derroche... que si ha estado o no a la altura...
Discusiones que parten de análisis ñoños que realizan destacados defensores de la ilusión infantil, jueces y defensores de la estética, la tradición y las buenas formas. Además, por si fuera poco, este año se suman críticas de marcado acento político porque en Zamora, al igual que en Madrid, el ayuntamiento no tiene un color a juego con las manifestaciones pseudo-religiosas. 
Os ponéis muy cansinos.




Recuerdo las cabalgatas de hace cuarenta años, cuando yo si creía en los Reyes de Oriente. Eso si era ilusión a raudales !!!
Ni por asomo se parecían al peor desfile que podáis ver ahora: ni en la cantidad de bombillas, caramelos, personajes, regalos, ni tampoco en la calidad de la música, trajes y carrozas. Todo era más discreto, más de "Cuéntame" en blanco y negro. 
Pese a estas y otras limitaciones de entonces, a mí no me quitaba la ilusión ni Dios. En gran parte por mi inocencia en aquella época y por supuesto también por la escasez reinante, donde mis juguetes diarios eran los click de Famobil, chapetes, peonzas, carros de rodamientos o casas elaboradas con cajas de cartón.
En aquellos tiempos, donde nuestro mejor juguete era la imaginación, no era difícil sentar las bases de un engaño (muchas veces inocente) como los Reyes Magos en un vano intento de controlar a los infantes de vacaciones.
Y no seamos hipócritas, la gran mayoría olvidábamos el origen religioso para entrar de cabeza en el chantaje "buen comportamiento = regalos". Aunque esa bondad infantil se limitaba a la época pre-navideña y raramente era recordada a lo largo del año.
Pero ya que estamos con la verdad encima de la mesa, lo verdaderamente ilusionante venía cuando un mal amigo (calificado como malo por decirte la verdad) te desvelaba el secreto. Ese día horroroso descubres que la mentira no debe ser tan mala, porque todos la usan, empezando por tus padres que tanto la recriminan.


Pero volvamos al presente y a por qué las criaturas de hoy en día pierden la ilusión. 
¿Podría ser un reflejo de la sociedad en que vivimos? Una extensión del hastío y quejidos reinantes en el mundo adulto.
O puede que la ilusión infantil se pierda tan fácilmente por falta de riego o de una equilibrada educación durante todo el año. O quizás el mundo de hoy sea demasiado tecnológico y con demasiada información para una ficción tan facilona como los Reyes, y que nuestros pequeños ya no admitan el "si porque si" y deseen unos Magos holográficos proyectados desde algún "i-aparato" que les otorguen poderes mutantes.

Sea como sea llegará el momento de preguntarnos si eso de los Reyes vale para algo constructivo o se ha convertido solamente en una mentira consumista.
Antaño el 6 de enero era el único del año en el que veíamos algún atisbo de riqueza, hoy asistimos en algunos casos a bacanales juguetiles donde la ilusión se ha convertido en una competición por tener más regalos o el regalo más caro.
Será que en estas nuevas generaciones ya no funciona el truco ético de que si eres bueno unos desconocidos te regalarán de todo, porque diariamente ya lo tienen todo. Puestos a chantajear, educacionalmente hablando, serían más efectivos unos "Reyes Malos" que te lo quite todo en un día.


Puede que haya llegado el momento de dejar de mantener viva artificialmente la celebración de los Reyes, para dejar que desaparezcan como hicieron los dinosaurios. 
Después podríamos ir a verlos a su mega-parque temático o en estrenos cinematográficos. Sería una evolución natural del negocio, porque hoy ya es suficientemente obsceno que los chavalines aplaudan a Reyes o Papanoeles llenos de marcas de patrocinadores.

Y si no, en vez de tanta queja, siempre podemos aplicar la máxima infalible de educar con el ejemploSi quieres que alguien tenga ilusión, tenla tu primero ¿no?.

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