Inventando la rueda

Pero, ¿qué invento es este? preguntaba hace años Sara Montiel...
Y no le faltaba razón... todos los días aparece un invento más absurdo que el del día anterior, con el único objetivo de ganar más pasta vendiendo más sin importar ni cómo ni lo que sea.

Y no me refiero a teletiendas, hoy quiero hablar de la necesidad que siempre hemos tenido en este país de títulos y condecoraciones. Si tu pueblo, tu barrio, tu casa o tu persona no tiene un distintivo diferenciador no es nada, o peor, es igual que los demás. Por supuesto que a lo largo de la historia abundan las credenciales, sus colores y materiales, pero hoy no quiero viajar hasta los romanos, me quedaré un poquito más cerca.

Hablaré por ejemplo de la "DENOMINACIÓN DE ORIGEN" (D.O.), eso tan usado de un tiempo a esta parte, que curiosamente no es un invento nuestro ni tampoco de anteayer.
Curiosamente sus orígenes caen en manos de nuestros vecinos. En un primer momento fueron los franceses los que utilizaron un concepto semejante en 1666 (véase que contiene el número de la bestia) para destacar la zona de Roquefort como única cuna del queso que lleva su nombre. Inventaron sin saberlo lo que hoy se vende como la "indicación geográfica protegida" (un título de segunda comparado con la D.O.). 
Desde Francia saltamos por encima de España para llegar a otro vecino, Portugal. Allí, sobre el 1756 apareció (ahora si) la primera denominación del mundo, pensada en su creación para asegurar la calidad y precio del vino de Oporto.
En España, para no cambiar, habría que esperar casi 200 años para que en 1947 se legalizara la D.O. del vino de Rioja y poco después otras tres o cuatro. Pero fue a partir de los años ochenta cuando la marea vinatera invadió el país llegando a las más de setenta D.O. de hoy en día. Sobra decir que esta fiesta tan lucrativa produjo que la fiebre denominativa se extendiera a otros productos agroalimentarios. 

Yo, confieso que en cuanto a vinos soy un usuario muy básico,,, sólo sé cuales me gustan y eso depende sustancialmente de quien/es se comparta. Pero si aplicamos a este caso el dicho popular "en todos los sitios cuecen habas", un sellito muy mono en la contraetiqueta de una botella con la D.O. de turno sólo me certifica (algunas veces) que ese vino es de una zona o de una especie de uva determinada pero nunca me asegura su calidad. De hecho hoy en día muchas bodegas promocionan sus vinos como valor único y diferenciador al margen de su denominación de origen, dirigiendo su producto a consumidores exigentes que buscan el vino por su nombre, calidad y añada.
Llegados a este punto me pregunto ¿valen realmente las D.O. para algo?¿O son solamente otra manera de excluir?
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Y ahora... otro nuevo concepto diferenciador, cuidado que es para cagarse: El BIEN DE INTERÉS CULTURAL Y PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD. Una denominación por la que todos aquellos que venden algo inmaterial están dispuestos a matar.
Pero ¿somos idiotas o qué?
¿Alguien se ha parado a pensar bien lo de "patrimonio inmaterial de la humanidad"?... es que me parto la caja. Parece que todos tenemos 5 años, se han ido los padres y estamos jugando a los superpoderes. Mañana mismo solicitaré al mismo organismo un diploma universal que me destaque como "ente inteligente a base de carbono".

Pongamos el caso de Zamora y su "Semana Santa" algo que se están empeñando en envolver como producto turístico cueste lo que cueste. Ahora sus representantes han pedido al consejo de sabios que declaren a esta Semana "bien inmaterial de la humanidad", pero ¿para qué? ¿será de más calidad si lo consigue? Y si no lo consigue ¿qué significa? que no es patrimonio, o que no suficientemente inmaterial?.
Durante esos días la ciudad de Zamora ve triplicada su población, ¿qué es lo que queréis? ¿más visitantes hasta que acaben con la ciudad o que vengan menos pero más adinerados?. 
Yo creo que el título no hace a la persona, ni al profesional y por extensión tampoco a las cosas. Yo sigo queriendo visitar Venecia al margen de que gane o no el premio al "metrópoli con retronasal incierto". 
Y mañana cuando otras catorce semanas santas tengan este reconocimiento, ¿habrá concurso para ordenarlas por calidad o cantidad de sus imágenes? O habrá que inventar y conseguir la medalla "Grand Master conceptual del Universo místico"?. Pero, ¿no veis que todo esto es solo humo?
Puede que todos estos males vengan originados por la falta de preparación, esa que genera huidas hacia delante ante cualquier situación. Esto unido a una mala interpretación de la competitividad hace que todos los esfuerzos, lejos de sumar, lo vayan estropeando todo. Veo con tristeza como nos vamos acercando a la antesala del chauvinismo :-(

Pero hombre, si ya quedaba claro en películas viejunas como "el turismo es un gran invento" (gran manual ético de la época)... hay que hacer todo lo posible (estudiar, trabajar duro y no robar) para que tu proyecto sea responsable, duradero y digno de respeto... el turismo, si acaso, ya vendrá después solito. Porque, que yo sepa, el aplauso es la consecuencia y nunca el objetivo.
La Semana Santa no nació para ser un circo ni tampoco un negocio, fue solo una manifestación espontánea del pueblo y pienso debería seguir así.
Pero si queréis cambiarla y hacer negocio, entonces hacedlo bien, cread una empresa de espectáculos y vendedlo todo (ojo, los hermanos procesionantes deberían cobrar en vez de pagar).




Quizás mi visión del mundo sea un tanto infantil, incluso inocentona... pero desde la modesta opinión de este párvulo, el mundo es cada día más absurdo y pervertido. Ignoro cuando empezamos a equivocarnos... pero siempre podemos rectificar ¿no?

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